Cuando en 2015 tuve la suerte de ser elegido alcalde de mi pueblo, una persona, para mí sabia, se acercó y me dijo en voz baja, a la vez que, con un eco de conciencia atronador, que “el ayuntamiento es de todos”. Y añadió calmadamente, eso sí, inmerso en un estruendoso torbellino de buenas intenciones, que “se gobierna para aquellos que te votaron y también para los que no lo hicieron”.

Cada día en los que disfruté de poder ser alcalde de mi pueblo, tenía claro que la única forma de poder dormir bien, era respetando aquellos dos sabios consejos en cada acción política que llevara a cabo. Y puedo asegurar que dormí bien todos los días de esos años de alcaldía, a sabiendas de que errores cometería, como buen humano, pero nunca en presencia de la mala conciencia.

Creo que todos aquellos que tenemos ocasión de gobernar instituciones públicas deberíamos saber separar nuestros propósitos personales, y los de nuestros partidos, del interés y beneficio real de nuestros vecinos y vecinas. Y para ello hay que gobernar para todos y respetar la institución que se gobierna.

No se pueden utilizar los medios al alcance de la institución para hacer política de partido en beneficio exclusivo del equipo de gobierno y de su Presidente; no se pueden verter a la opinión pública mensajes con valoración política partidista como desde la Diputación Provincial de Segovia se hacen un día sí y otro también. Mensajes como “se aprobó tal acuerdo gracias a los votos del PP….” o “pese a los votos en contra del PSOE…” evidencian esta práctica poco ética. Es muy sibilino, pero ahí está la connotación positiva para unos y el menosprecio de lo negativo para otros. ¿Y cómo se debiera haber dicho? Pues sencillo, “se aprobó tal acuerdo con tantos votos a favor del PP y con tantos votos en contra del PSOE”.

Por desgracia, en la Diputación provincial de Segovia, la apropiación que de la misma hace el Presidente, es cuando menos, reprochable. No sólo lo hace como lanzadera de sus proclamas partidistas, apartándose de su importante labor como mediador y como buen “árbitro” de los debates políticos, sino que se sirve de los Plenos para imponer su criterio, interviniendo políticamente, cuando le viene en gana y después de haberlo hecho antes sus dos portavoces, el señor Bravo como “nominado” del PP y el señor Jiménez como portavoz inducido o abducido por el PP. También deducimos de sus hechos la poca confianza que tiene el señor de Vicente en su portavoz oficial, el señor Bravo, al que con sus intervenciones no deja de enmendar.

¿Alguien se imagina a la Presidenta del Congreso de los Diputados, a la señora Batet rebatiendo al señor Casado después de haber debatido con el señor Sánchez? ¿O alguien ha visto alguna vez al Presidente de las Cortes de Castilla y León, al señor Fuentes, haciendo lo propio con el ganador de las últimas elecciones autonómicas y portavoz socialista, el señor Tudanca, una vez concluido el debate con el presidente Mañueco? Pues algo similar a eso es lo que ocurre en nuestra Diputación Provincial de Segovia. El señor de Vicente cree en la omnipotencia de su puesto como Presidente y se transforma en un monopolizador del debate hacia un solo color político, el suyo.

Ese tipo de actuación es una clara falta de respeto a todos los diputados y diputadas provinciales, pero no la única. Los diputados y diputadas socialistas sufrimos, además, la marginación y el ninguneo por parte del Presidente en muchos actos institucionales a los que no somos debidamente invitados y en los que el señor de Vicente gusta de rodearse únicamente de los diputados de su grupo y de los dos diputados de Ciudadanos, a la sazón pseudo-diputados populares.

Ejercer el cargo de Presidente con lealtad institucional, en mi modesta opinión, será siempre un debe que el señor de Vicente tendrá con la Diputación de Segovia y por ende, con los segovianos y segovianas, porque la institución es de todos, no sólo de los partidarios del PP. Y  siempre será una carencia porque, lejos de enmendar su actitud cuando se lo hemos advertido en múltiples  ocasiones, cada vez lo hace con más frecuencia y descaro, hasta negándonos el detalle de la información que él se guarda como si fuere suya, cuando es de la Institución, es de todos.

Y por mi parte, sólo esperar lo que esperaban los Celtas Cortos en su canción “que mis palabras desordenen tu conciencia”.

 

 

Máximo San Macario

Portavoz del Grupo Socialista en la Diputación Provincial de Segovia